Sueltos de lengua por Alicia María Zorrilla (Libros del Zorzal) es… una genialidad. Un libro que desde el humor nos recuerda cómo hemos dilapidado la riqueza heredada que es el idioma. ¿Por qué maltramamos el idioma? ¿Qué nos hizo sino mejores personas? Alicia María Zorrilla en marzo de 2019, durante el Congreso Internacional de la Lengua Española, en Córdoba, una mujer llamó la atención de los asistentes. Se trataba de la lingüista argentina Alicia María Zorrilla, quien le arrancó varias carcajadas al público con su divertida exposición acerca de los errores gramaticales más frecuentes en la lengua de Miguel de Cervantes. Ahora, esta doctora en Letras, quien apenas un mes después de esa conferencia fue elegida presidenta de la Academia Argentina de Letras (AAL), publica Sueltos de lengua, un análisis minucioso, lúcido e hilarante acerca del uso incorrecto del español. “Hay demasiado apuro para decir y poco tiempo para meditar qué se dice y cómo se dice”, diagnostica la autora ante los resultados de la inanición lingüística. Aquí el prólogo.
POR ROBERTO GÁRRIZ
Si un día de invierno, durante el desayuno, se le derramó el café al escuchar que el periodista radial lanzó un gerundio en mal estado. Si, cuando subió al colectivo y leyó el cartel que imponía «indique su destino», sonrió pensando que esa frase, acaso, estuviera yendo más allá de la última parada del recorrido. Si el eslogan que se utilizó para la campaña política «el voto ganado» le pareció equívoco. Si se considera buen detector de erratas en los libros o periódicos. Si le late un párpado, aunque sea en forma leve, al oír un «haiga». Bienvenido. Póngase cómodo.
En este libro, Alicia María Zorrilla detecta cada una de esas amenazas y las enfrenta con sabiduría, elegancia y un humor exquisito. Delata los abusos contra los verbos, impugna las irregularidades de los avisos clasificados del rubro inmobiliario, nos previene de las ambigüedades que proponen los zócalos televisivos. Además, da cuenta de cadáveres que podrían no estar muertos; de avisos que, en vez de incentivar la venta de un producto, conspiran para desalentarla; relata diálogos desopilantes que pueden ocurrir en un consultorio médico, en una entidad bancaria o en un remís.
La autora nos invita a acompañarla en defensa de la lengua que nos pertenece y nos contagia el mismo apasionamiento del que hizo gala don Miguel de Unamuno, quien dijo: «Declaro que siento cada vez mayor fanatismo por la lengua que hablo, escribo, pienso y siento».