Oh, la muerte, esa inesperada jugada del tiempo que deja libros sin terminar… Y no solo eso, sino que están los escritores que no quisieron publicar su obra y dejaron estrictas indicaciones al respecto. Claro que el lector furioso que todos llevamos dentro celebra ver editada aunque más no sea una obra inacabada sino que hayan faltado a su palabra los que debían mantener silencio. Aquí algunos de los más destacados.
POR ANTONIA LOUTA
La trilogía de la saga Millenium, Stieg Larsson
Larsson era un periodista que nunca había escrito una novela antes de comenzar su ahora famosa trilogía en el verano de 2002. Había planeado escribir diez libros y, según su compañera, convencido que sería un éxito, planeaba donar las ganancias a la caridad. Después de escribir los dos primeros libros y parte del tercero, los vendió a un editor sueco. Pero Larsson murió de un ataque al corazón en 2004 antes de que se publicara alguno de los libros. Ahora, por supuesto, la franquicia que creó es una sensación internacional que ha continuado después de su muerte.
El proceso, Franz Kafka
Probablemente la mejor novela de Kafka -recordemos que el autor fue más cuentista que novelista-, El proceso quedó inacabada frente a la repentina muerte del escritor. Max Brod, su amigo y confidente, se ocupó de publicarla en 1925 a pesar de las estrictas indicaciones de Franz Kafka de quemar sus manuscritos. Se trata de una obra fundamental del siglo pasado junto a los clásicos más destacados como el Ulises, por su intención existencialista desde lo filosófico y lo anarquista desde lo político. Claro que agradecemos a Brod haber desafiado el fantasma de su amigo y darle luz a sus últimos escritos.
Poemas completos, Emily Dickinson
A pesar de haber escrito más de dos mil poesías, la Dickinson, casi no tenía poemas publicados en su vida. No fue sino hasta después de su muerte en 1886 que su hermana Lavinia, quien recibió instrucciones de destruir su correspondencia aunque no así sobre la poesía, se ocupó de editarla. La primera versió salió a la venta en 1890, seguida de muchos volúmenes y ediciones, pero no fue hasta 1955 que Thomas H. Johnson publicó esta colección completa y corregida de las muchas obras maestras de Dickinson.
2666, Roberto Bolaño
Otra novela inacabada. «Hay más de mil páginas que debo corregir», dijo el escritor mexicano un mes antes de su muerte en 2003, «Es un trabajo para un minero del siglo XIX». No pudo hacerlo ya que los malestares de su enfermedad se lo impidieron y murió mientras esperaba un trasplante de hígado. Cuando el libro se publicó en 2004 en España y 2008 en los Estados Unidos, fue considerado como uno de los mejores libros del año, si no del siglo. Ciertamente es el libro para el que siempre será recordado Bolaño.
Ariel, Sylvia Plath
La campana de cristal se publicó mientras Plath estaba viva y es la única novela de la poeta. Ariel fue apenas el primero de los siete volúmenes de poesía que se publicó después de la muerte de Plath -incluida la edición restaurada en 2004; en 1982 ganó un premio Pulitzer póstumo por sus poemas recopilados. Este poemario suscitó mucha controversia entre la comunidad feminista. En el momento de su suicidio en 1963, Sylvia Plath dejaba un manuscrito prácticamente acabado, titulado Ariel y otros poemas. La primera edición publicada es parecida a este manuscrito pero Ted Hughes, marido y albacea literario de Sylvia, quitó algunos poemas para evitar que su obra pareciera reiterativa. Así es como consideraron esto una intromisión a la voluntad de la autora aunque la pareja tenía por costumbre ayudarse mutuamente a terminar las obras de ambos.