El murmullo de otros comensales, el repicar de las tazas, el aroma del café fresco son apenas algunos de los ingredientes que llevan a autores e intelectuales apersonarse a estos espacios. ¿Impersonales? Quizá, pero lo hacen propios y ahí dejan sus huellas.
POR ROCÍO ESQUIVEL
La rotonde, París
Qué otra ciudad más relacionada con los cafés literarios, ¿verdad? Hay muchos, claro, pero en La Rotonde pasearon huesos muy destacados autores. Fundado en 1911 en el coqueto barrio del Montparnasse, agrupó a una serie de artistas expatriados en París durante el periodo de entreguerras. Por sus mesas pasaron pintores como Picasso y autores como T. S. Elliot, Hemingway (Hemingway era un activo frecuentador de todos los cafés parisinos), Francis Scott Fitzgerald o Gertrude Stein.
Les deux magots, París
Otro café parisino más porque sería sacrílego no nombrar a este refugio en pleno corazón de Saint-Germain. Primero una tienda de café en 1885, su ambiente captó la atención de gran parte de la bohemia parisina de la época, con Rimbaud y Verlaine compartiendo un café en la misma mesa. Continuó manteniendo su encanto a lo largo de los años convirtiéndose en lugar de encuentro de André Gide, Breton o Sartre con Simone de Beauvoir. Desde 1933 organizan su propio premio literario.
Literaturnoe Kafe, San Petersburgo
El romanticismo ruso se desprende de este lugar. Y como anécdota, apenas una: Pushkin comió por última vez aquí antes de batirse en duelo con el militar francés Georges d’Anthès. Fundado en 1816 en la famosa avenida Nevsky Prospekt, el Literaturnoe Kafe se hizo muy conocido entre los círculos literarios rusos del XIX. Se los vio leer y discutir a Dostoievsky o Chernyshevski. Un lugar obligado a visitar.
Café Montmartre, Praga
El Monty, como se lo llama familiarmente, o hasta Cabaret Montmartre, se encuentra en la capital checa a pesar de su nombre. Abrió en 1912 y atrajo durante años a gran parte de los grandes autores del país, como Franz Kafka. Gustav Merynk, Eduard Bass o Max Brod, además de a pintores y escultores que dejaron su marca en el local Estuvo cerrado durante varias décadas tras la II Guerra Mundial, pero hoy sigue abierto.
Gran café de Gijón, Madrid
Creado en 1885, el café más famoso de toda España, sufrió altibajos desde su fundación. Tuvo un primer gran esplendor en la época de entreguerras, cuando acogía élites de todo tipo, sufriendo poco antes de la guerra una cierta decadencia que luego sería recuperada con la presencia de Pablo d’Ors o Jardiel Poncela. Continuaron su popularidad con Cela y Gerardo Diego aunque sabemos que los bohemios no son gente adinerada por lo general y así es como el café se mantuvo en una discreta decadencia hasta los años 50, cuando volvió a ser lugar de encuentro, convocándose el premio literario que lleva su nombre. Otra visita de rigor para los amantes en la literatura del siglo XX española.