En Las voladoras (Páginas de Espuma), la ecuatoriana Mónica Ojeda logra lo que ya había hecho con Mandíbula y Nefando (Candaya), las dos novelas que la pusieron en un punto muy alto de la narrativa latinoamericana e hispanoparlante: cachetearnos en cada uno de los ocho cuentos. Una bofetada tras otra. Como la violencia psíquica que se vive en sus relatos. O la violencia real: la mujer traspasada por el dolor y el horror, la búsqueda de esa cura, ese escapismo, hacen de estos cuentos una forma de belleza estética única. Ojeda es poeta y quizá ésa sea la clave: su particular estilo, su gótico andino, como lo llama, un cruce hipnótico entre el terror y lo fantástico.
¿Principal rasgo de tu carácter?
Pasional.
*¿Principal defecto?
Desordenada.
*¿Ocupación favorita?
Leer.
*¿Ideal de felicidad?
Ser dueña absoluta de mi tiempo.
*¿Autores favoritos en narrativa?
Raduan Nassar, Pascal Quignard, David Foster Wallace, Herta Müller, Clarice Lispector, Ariana Harwicz, Fernanda Melchor, etc.
*¿Poetas?
Uff. Blanca Varela, Anne Carson, María Auxiliadora Álvarez, Enrique Verástegui, Edmond Jàbes, Rául Zurita, Angélica Liddell, Eduardo Eielson, etc.
*¿Un héroe de ficción?
Aquiles.
*¿Una heroína?
Pentesilea y Casandra.
*¿Un/a héroe/heroína de la vida real?
Mi madre.
*¿Una figura histórica?
Matilde Hidalgo.
*¿Qué es lo que más detestás?
La crueldad o la indiferencia al dolor de los demás.
*¿Un hecho de armas que admires?
Ninguno. Odio las armas.
*¿Qué don de la naturaleza desearías poseer?
El de percibir infrasonidos, como los elefantes.
*¿Un lema?
Carpe diem.

