Esther Cross (Buenos Aires, 1961), novelista y traductora de impecable trayectoria, estudió Letras y cuenta además con una licenciatura en Psicología. Con esta inclinación quizá, precozmente, observaba a Bioy (su vecino) y a Borges y así logró esa mirada en los libros de entrevistas a ambos escritores argentinos, y aún no cumplía los treinta años cuando lo hizo. Dueña de una elegancia narrativa muy particular, se acomoda en una estructura que deshace como quien desarma un rompecabezas. El ojo estético dimensiona sus propias historias y lo clásico lo resignifica perenne: esos primeros libros suyos se leen como los últimos.
*¿Principal rasgo de tu carácter?
Curiosidad.
*¿Principal defecto?
Contradicciones.
*¿Ocupación favorita?
Escribir, traducir.
*¿Ideal de la felicidad?
Escribir en un tren, en un avión, en un bar. Caminar por un bosque, o una playa, sé con quiénes.
*¿Autores favoritos en narrativa?
Son tantos, que elijo una escritora que condensa lo mejor: Flannery O’Connor.
*¿Poetas?
Por la misma razón: Leopoldo María Panero.
*¿Un héroe de la ficción?
Orlando.
*¿Una heroína?
Orlando.
*¿Un héroe de la vida real?
Sophie Scholl.
*¿Una figura histórica?
Juana Azurduy.
*¿Qué es lo que más detestás?
Las enfermedades incurables.
*¿Un hecho de armas que admires?
La lección que le dio el jefe sioux Nube Roja al ejército estadounidense cerca de Wyoming, cuando les hizo creer a los generales que todas las tribus de la zona estaban enemistadas. El ejército avanzó confiado y Nube Roja los estaba esperando con dos mil compañeros de armas entre cheyenes, sioux y arapajoes, y los derrotó.
*¿Qué don de la naturaleza desearías poseer?
Cito una frase de John Muir: “el mundo es grande y quiero echarle un buen vistazo antes de que oscurezca”. Me gustaría tener el don de ese vistazo.
*¿Un lema?
Vamos viendo.
