La sexta y última entrega de la saga Millennium, La chica que vivió dos veces, resultó un éxito como era de prever. Lo que comenzó como una trilogía pergeñada por el periodista sueco Stieg Larsson, terminó siendo un terremoto de ventas y éxitos que el autor no conoció. ¿Cuánto lleva vendido? Bastante más de cien millones de libros en todo el mundo.
POR LALA TOUTONIAN
La historia es de sobra conocida: a los 50 años Larsson sufrió un infarto que acabó con su vida y no llegó a saber del “monstruo” que había creado. Corría 2004 y el primero de los volúmenes, Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino), se puso a la venta a los pocos meses y el éxito fue inmediato. Las aventuras (desventuras, mejor) del periodista Mikael Blomkvist que escribía en la revista Millennium y la joven hacker Lisbeth Salander, hicieron una de las duplas más atrapantes de la literatura contemporánea y convirtieron a Larsson en un autor de éxito mundial. En 2015 se habían vendido 80 millones de copias. Actualmente, superan ampliamente los cien millones. La segunda entrega del mismo autor fue La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y finalmente, La reina en el palacio de las corrientes de aire (sí, son títulos largos como cualquier canción de los Smiths que se precie “Last night I dreamt that somebody loved me” o “Stop me if you think that you’ve heard this one before”).
Pero muerto Larsson, no acabó la rabia. El sueco tenía el material manuscrito aún por terminar de otra novela que no llegó a completar. Su compañera, Eva Gabrielsson, vio el trabajo en la computadora, pero no poseía los derechos. En un intento de proteger a Gabrielsson de los neo nazis y racistas suecos que él estaba investigando en la vida real, Larsson no se casó. Escribió un testamento pero no tenía testigos, invalidándolo según la ley sueca, por tanto es su familia quien tiene la sucesión, lo que quiere decir que quizá haya algún manuscrito más.
La saga pasa de best seller a long seller en un paso. El hambre editorial la firma sueca Norstedts, apuró ideas: se haría un cuarto libro aún con el autor muerto. Lo que no te mata te hace más fuerte lo continuó. Y no, Nietzsche también estaba muerto como para ser el autor del libro. Y no, a la viuda no le gustó nada la idea. David Lagercrantz fue el elegido, un conocido biógrafo, continuó el estilo de Larsson pero la crítica fue demoledora: no era más que un policial de tantos. Pero el lector lo compró. Y el siguiente también, El hombre que perseguía su sombra. El cine adaptó guiones para hacer películas (“La chica del dragón tatuado”) y diferentes novelas gráficas.
Finalmente llegó hace poco a todas las librerías del mundo La chica que vivió dos veces también de Lagercrantz, por supuesto. Y también fue y sigue siendo un éxito de ventas, por supuesto.
Pero la retórica es: ¿nos están robando en la cara? ¿Por qué los lectores siguen eligiendo algo que no es original? Larsson escribió tres libros. Los tres, best sellers. Pero ocurrió lo impensado: murió. ¿Tan sedientos de coronas suecas, dólares y/o euros pueden estar como para continuar exprimiendo la sangre de un muerto? Porque es eso precisamente. Pero no podemos culpar tanto a la función editorial cuando responde a la consigna de oferta y demanda. Y más allá de cuestionar al lector, ¿qué pasa con la novela policial contemporánea? La escuela inglesa de Conan Doyle y P.D. James; o la americana con Raymond Chandler, dejaron asentadas las bases de la narrativa policial más leal.
Habrá que hurgar un poco más lo que ocurre hoy en esas lides.